Celos en la infancia

Pilar García de Ocio, psicóloga especialista en atención temprana e infancia,  nos explica cómo detectar los celos en nuestros hijos y qué podemos hacer para ayudarles.

Los celos son una percepción subjetiva, no significa que sea real, donde  la persona siente que no es tratado o querido de igual manera. Esto sucede tanto en la infancia como en la edad adulta.

Celos por hermanitos

En la infancia los celos suelen aparecer con la llegada de un hermanito. El problema no es que tenga celos de su hermano, sino que tiene celos porque su mamá, principalmente, y su papá tienen que dividir su atención con el nuevo miembro de la familia.  Aparece la creencia de que el amor de sus papás es menos frecuente e intenso.

Durante los primeros años del nacimiento  de un hermano es habitual sentir celos, no siempre aparecen al inicio, sino que comienzan a manifestarse cuando el bebé empieza a interactuar y a participar más en la dinámica familiar. Cuando el bebé come y duerme no significa una amenaza para el hermanito mayor.

Al principio los celos son adaptativos. El niño tiene que adaptarse a un cambio en su vida, en sus rutinas, en sus dinámicas familiares y en la atención que le prestan, tanto sus papás como personas cercanas a la familia.

De igual manera los adultos nos tenemos que acoplar al cambio que supone tener un nuevo hijo, pero somos eso, adultos, y como tales sabemos gestionar las emociones y las nuevas situaciones que nos depara ampliar la familia. Pero los niños no entienden qué supone tener un hermano, cuáles van a ser los cambios y qué es lo que realmente implica, porque ellos aún están aprendiendo cómo funciona el mundo que les rodea. Tampoco saben gestionar sus emociones y depende de la edad que tengan cuando se convierten en hermanos mayores, tampoco pueden identificarlos, así que es normal que aparezcan conductas regresivas, tanto en el sueño, en la alimentación, en el control de esfínteres o en la conducta.

Celos en niños y adolescentes

En niños más mayores se manifiestan a través de envidias, competiciones y  batallas constantes. Estas competiciones suelen darse más en hermanos del mismo sexo, ya que hay mayor necesidad de competir que si fuera de diferente sexo. Estas manifestaciones generan emociones negativas tales como miedo, ansiedad y una baja autoestima.

La aparición de celos también tiene un componente genético. Cuando el padre o la madre tienen algún rasgo de personalidad celotípica. Los rasgos de personalidad son:  sensibilidad , detallista , poca expresión de emociones  y poca tolerancia a los cambios.

Sobre todo hay que tener en cuenta de que cada niño es diferente y no tienen porqué actuar todos de la misma forma.

La sobre atención al niño que se muestra celoso no ayuda a mejorar la situación, debemos recordar que es una percepción subjetiva, no es una realidad, sobre todo si sabemos que estamos siendo ecuánimes. Hay que dejar a los niños que pasen su periodo de adaptación y su duelo de cambio, por eso no hay que desesperarse cuando aparezcan las conductas regresivas, sino que debemos ponernos en su lugar y no recriminarles, ni gritarles, ni regañarles porque eso sólo les hace sentirse peor.

Conductas a evitar:

  • Comparaciones entre hermanos
  • Prestar más atención a uno que a otro
  • Entrar en sus conflictos o recompensar al chivato

Todas estas actitudes por parte de los adultos lo único que mantiene es la competitividad y el conflicto entre ellos.

¿ Cómo prevenirlo?

Para prevenir que se mantengan en el tiempo debemos preparar al mayor ante la llegada del hermano nuevo, procurando no aislarle del proceso, haciéndole partícipe de los preparativos , no forzarle a asumir responsabilidades de hermano mayor, dejar espacio para que pueda ayudar en el cuidado  cuando quiera, dar afecto por igual y reservar un tiempo para cada uno. Y, sobre todo, educar en la identificación y expresión de emociones, cuanto mejor y más expresen cómo se sienten en cada momento, menos necesidad de expresarlo todo a  través de conductas regresivas.

Si los celos se mantienen a lo largo de los años de forma exagerada e intensa,  pueden derivar en un trastorno clínico, que deberá ser intervenido por un profesional. Lo habitual es que desparezcan paulatinamente con el desarrollo madurativo del niño que los padece. Lo más habitual es que se den entre los 2 y los 5 años de edad.

Si estas pasando por algún proceso de celos en casa nuestra Psicologa materno infantil puede ayudarte y ofrecerte las herramientas necesarias para ayudar a tu pequeño.